Cada vez más estadounidenses se ven en la necesidad de llevar a sus mascotas a refugios de animales como resultado de la inflación en el país, que continúa haciendo estragos en los presupuestos domésticos, informa The Washington Post.
De acuerdo con la Sociedad Estadounidense para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales (ASPCA, por sus siglas en inglés), alrededor de 23 millones de familias en EE.UU. adoptaron una mascota durante la pandemia de coronavirus. Esta cifra es comparable con el ‘baby boom’ que experimentó la población estadounidense después del final de la Segunda Guerra Mundial.
Dada la difícil situación económica actual, las organizaciones protectoras de animales están tratando de proporcionar ayuda a algunos propietarios de perros y gatos para que puedan mantenerlos, evitando así que terminen por abandonarlos.
Una encuesta realizada el pasado mes de septiembre por la Asociación Estadounidense de Productos para Mascotas arrojó que el 35 % de los dueños de animales domésticos estaban preocupados por el costo de mantenerlos, mientras que el 14 % manifestó que se enfrentaban a la difícil decisión de renunciar a ellos.
Un 12 % señaló que dieron a sus mascotas en adopción y otro 9 % indicó que ya nos las podían cuidar por diversas razones. “Cuando la economía está en apuros, las familias están en apuros”, afirmó la directora de promoción y participación en refugios de la Sociedad Humana de EE.UU., Lindsay Hamrick, quien calificó esta tendencia “como una rendición”.
Tener mascotas en EE.UU. es muy caro
La ASPCA cifró el gasto anual por alimentación, suministros y atención veterinaria entre 500 y 1.000 dólares por perro y alrededor de 650 dólares por gato. Por otro lado, una encuesta hecha por Forbes Advisor precisó que para 4 de cada 10 propietarios de mascotas, una cuenta por atención veterinaria de 999 dólares podría endeudarlos.
Asimismo, según la organización American Pets Alive, 7,4 millones de mascotas podrían terminar en la calle, puesto que 5,2 millones de familias estadounidenses se encuentran atrasadas con el alquiler de sus viviendas, según los datos de octubre del Atlas Nacional de Equidad de EE.UU.
“Esto no tiene precedentes”, lamentó Hamrick, concluyendo que “no son los estudiantes los que se están mudando y dejando a sus animales […], son personas que están perdiendo sus trabajos o sus apartamentos, o tal vez no dedicaron suficiente tiempo para averiguar qué iban a hacer con sus gatos cuando se mudaran”.
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