La pérdida del poder adquisitivo de los ciudadanos en Argentina, en medio de la actual recesión económica que atraviesa el país, ha hecho que muchas personas salgan en busca de un ingreso ‘extra’ que les permita cubrir los gastos a fin de mes. No obstante, a mediados de julio pasado, el Ministerio Público Fiscal alertó a la población sobre un peligroso mecanismo que invita al público —y en especial a las mujeres—, a invertir su dinero con la promesa de retribuirles “intereses exorbitantes”, pero que termina en estafa.
Conocidos como ‘telares o flor de la abundancia’, el sistema es una amenaza para la economía de las mujeres que, por diferentes circunstancias, confían su dinero (en general, dólares) a una red de desconocidas que se esconde bajo la fachada de ‘empoderamientofeminista‘ y ‘autonomía financiera’ para generar empatía con las posibles víctimas.
¿Cómo funcionan?
Aunque los nombres del sistema varían, su metodología siempre es la misma. Para ingresar al ‘telar’, primero se debe aportar una suma de dinero, cuyas cantidades varían entre los 100 y los 1.000 dólares, dependiendo de la organización. La promesa del mecanismo, antes de realizar el pago, es que la inversión inicial ‘retornará’ a la persona, pero multiplicada por ocho, número que por lo general identifica a la cantidad de participantes.
A modo de ejemplo: cuando una mujer ‘aporta’ sus 1.000 dólares iniciales, ese dinero se destina a una ‘homenajeada’. Luego, la misma participante debe buscar a otras dos personas que se metan en la red y realicen la misma inversión. Este último par, al igual que los anteriores, deberá conseguir dos integrantes, que también pondrán la misma cantidad de efectivo hasta que el flujo del dinero, finalmente, llegue a la cifra de 8.000 dólares (o más).
El beneficio del ‘telar’ finaliza cuando cada participante recibe la cantidad prometida, situación que no termina por concretarse debido a diversos factores: no se consiguen nuevas ‘socias’ o las inversiones se van diluyendo a medida que avanza la operación piramidal.
Una estafa con historia
Luisa M. tiene 66 años y vive en la provincia de Entre Ríos, al norte de Argentina. En 2017, se jubiló de su empleo en la municipalidad de Gualeguaychú con un sueldo mínimo que, admite, “apenas le alcanza para comprar lo básico”. A principios de año, ella ingresó a un telar por recomendación de una persona cercana a su entorno.
“Primero me ofrecieron entrar a uno que era solo en dólares, en el que te decían que las ganancias iban a ser mucho mayores porque la moneda extranjera siempre está en alza. Pero me daba desconfianza, así que invertí en otro al que podías ingresar con 500 pesos (100 dólares). Todas las participantes compartíamos un grupo de WhatssApp que, a medida que los meses pasaban y no se sumaban más personas, lo fueron abandonando. Yo fui una de las últimas en salir, había conseguido a una sola aportante. Nunca más lo intenté”, explica Luisa en diálogo con RT.
Agostina Mileo es divulgadora científica e integra el equipo de ‘Economía Feminista’, una organización dedicada a visibilizar la desigualdad de género en diferentes ámbitos sociales. Respecto a los ‘telares de la abundancia’, admite que el sistema propone y toma elementos de un movimiento como el feminismo para enmascarar una estafa.
“Su proceder es similar al ‘Esquema Ponzi’, cuyos orígenes nacen de una operación fraudulenta de los años 20 y que consistía en un sistema de inversión piramidal, donde cada participante aportaba su dinero y captaba a más integrantes. Lo interesante hoy es analizar qué formas van tomando los diversos discursos a la hora de buscar víctimas para la creación de un telar. Justamente, el ajuste económico actual permite estar más pendiente sobre otras alternativas para generar dinero. Si a eso le sumamos que el mensaje se inscribe dentro de un discurso feminista, la estafa puede disfrazarse y no reparar en cómo exactamente funciona toda la operación”, detalla la comunicadora.
Mileo destaca, además, que no son solo los sectores vulnerables los que caen en la trampa de estos engaños, sino que también afectan a clases medias y altas, con mayor acceso a la información.
“Existen telares que exigen hasta 1.400 dólares iniciales para entrar. Creo que hoy no importa la procedencia social o financiera para caer en la trampa de algunos movimientos que van surgiendo. Hay, por ejemplo, nuevas organizaciones como ‘antivacunas’ o ‘terraplanistas’ cuyos integrantes no son de sectores ‘marginados’, y que evidencian una falta de confianza en las instituciones, tanto científicas como médicas, producto de la desinforación”, finaliza la divulgadora científica.
Facundo Lo Duca
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