En España, los pequeños homenajes a las víctimas del régimen nazi se convirtieron en una parte integral de sus ciudades, algunas de las cuales poseen placas insertadas en medio de las aceras. Para los ciudadanos, no solo se trata de un reconocimiento a los que sufrieron dicha barbarie, sino también un recordatorio para que no se repita.
En medio del paso de los transeúntes de Madrid, del ruido de la capital española, se esconden cientos de pequeños homenajes a los asesinados en los campos de concentración nazis. Son adoquines de la memoria, placas casi invisibles insertadas en la acera para recordar a las víctimas de dicho genocidio.
Una de ellas recuerda al padre de Eufemio García, un madrileño que estuvo a las puertas de uno de esos campos y pudo salvarse debido a su edad. Como era un niño, lo devolvieron al país ibérico junto a su madre y su tía. Pero su progenitor corrió peor suerte y acabó siendo asesinado.
“Para mí, esa es la lápida donde está mi padre. Ahí está mi padre. Las cenizas. Recordar eso”, declaró el hombre, de avanzada edad. “Porque no pudimos hacer nada por nada de nada. Y su recuerdo, digo, mira, eso que tengo, aquí está enterrado mi padre”, añadió.
Tabú del franquismo
Otro adoquín recuerda al padre de Luisa 80 años después de la muerte del hombre. Gracias al empeño ciudadano, fue colocado enfrente de la que fue su casa, en el centro de Madrid, con la intención de sanar las heridas de los familiares y para reconstruir una historia que, como tantas otras, estuvo marcada por el tabú que generó la dictadura franquista.
España es uno de los veinte países en donde se han instalado estas piedras de la memoria en distintos municipios. En total, existen más de 75.000 pequeños bloques de cemento grabados en todo el mundo con los principales datos de las víctimas.
Para Francisco Jesús Ardila, la placa dedicada a su tío abuelo, que perdió la vida en un campo de concentración de Alemania, es un reconocimiento tanto a él como a los millones de personas que fallecieron bajo la “barbarie nazi”, así como un “recuerdo para que la historia se conozca y no se repita”.
Con el paso de los años, cada vez quedan menos supervivientes del genocidio nazi vivos. Su relato pasa más desapercibido. Por esta razón, hay quienes creen que cada exposición o iniciativa puede convertirse en un piedra fundamental para mantener la memoria colectiva.
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