Samantha Sharpe, de Leicester (Reino Unido), afirma que su adicción a las bebidas energéticas terminó por dañar su corazón al punto de verse en la necesidad de utilizar un marcapasos, por lo que ahora quiere advertir a otros sobre los efectos negativos del consumo excesivo de tales sustancias, según informó este jueves el portal Leicestershire Live.
El marcapasos le fue implantado en febrero pasado porque sufría de pérdidas de conocimiento y de un ritmo cardíaco anormal.
Y aunque los médicos no han determinado la causa exacta de sus problemas cardiovasculares, le advirtieron que las bebidas azucaradas “no estaban ayudando”.
¿Cómo empezó la adicción?
“Fue la vida cotidiana lo que me empujó a tomar bebidas energéticas”, explicó Sharpe, quien es madre trabajadora con tres hijos. Hacerlo la ayudaba a sobrellevar el día, la despertaba y la hacía “un poco hiperactiva”.
Como fuere, estuvo tomando bebidas energéticas durante aproximadamente cuatro años y en un momento determinado llegó a consumir de cinco a seis latas cada día. Entonces comenzó a experimentar temblores, dolores de cabeza y problemas de sueño. Se sentía como una adicta, pues pensaba que para superar esos trastornos solo necesitaba una lata más.
Cuando empezó a sufrir también desmayos, buscó al fin la ayuda de los médicos, que le diagnosticaron un bloqueo cardíaco de segundo grado. Se trata de una deficiencia en las señales eléctricas en el corazón, como resultado de lo cual el ritmo cardíaco se hace lento o irregular y aparecen síntomas como pérdidas de conocimiento, mareos y falta de aire.
Además, los especialistas le informaron que tenía cálculos renales y estaba a punto de desarrollar diabetes tipo 2. “Mi familia me advirtió, pero no escuché”, se lamentó luego Sharpe.
Después de dejar de consumir bebidas hipertónicas y colocarse un marcapasos a la edad de 32 años, asegura que ahora goza de una “nueva vida” y se siente bien. Sin embargo, tiene que someterse a exámenes médicos cada seis meses y el marcapasos deberá reemplazarlo cada 10 años.
“La gente no se da cuenta de lo mal que afecta”, subrayó Sharpe, quien considera imprescindible que los efectos de las bebidas energéticas sean más “publicitados”.
¿Qué dicen los médicos?
Los expertos advierten de manera regular sobre las negativas consecuencias del consumo de este tipo de productos.
De acuerdo con un estudio publicado el pasado noviembre en la página web de la Asociación Estadounidense del Corazón, el consumo de bebidas energéticas puede aumentar el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares. En particular, sus componentes comprimen los vasos sanguíneos, restringiendo así el flujo de sangre a los órganos vitales.
Además, el consumo combinado de cafeína –ingrediente casi obligatorio de este tipo de bebidas– con otros componentes habituales, como guaraná, taurina, glucurunolactona y vitaminas B, no ha sido hasta ahora debidamente estudiado, a pesar de su potencial peligrosidad.
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