El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, llegó este jueves a Ruanda, la última parada de su gira por tres países de África, donde llevará una nueva doctrina de la Casa Blanca que pretende contener la influencia de Rusia y China.
La gira, que se lleva a cabo del 7 al 12 de agosto, también llevó al diplomático estadounidense a la República Democrática del Congo y a Sudáfrica, y se organizó inmediatamente después del viaje a África del ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguei Lavrov, que visitó Egipto, Uganda, Etiopía y la República del Congo en julio.
En un discurso pronunciado este lunes en la Universidad Pretoria para desvelar la nueva estrategia de la Administración Biden para el África subsahariana, Blinken indicó que se generará un apoyo a la inversión, la seguridad, la recuperación del coronavirus, la agricultura y la energía limpia, además de la promoción de la democracia. “Estados Unidos no dictará las decisiones de África, y tampoco debería hacerlo nadie”, dijo Blinken en su discurso. “El derecho a tomar estas decisiones pertenece a los africanos, y solo a los africanos”, agregó.
Sin embargo, el objetivo subyacente de la gira sería tratar de contener la influencia geopolítica rusa y china en el continente, como parte de la Estrategia de Defensa Nacional 2022, en la que se explica que el Departamento de Defensa de EE.UU. buscará fortalecer la cooperación con los países africanos para “exponer y resaltar los riesgos de las actividades negativas de la República Popular China y Rusia” en la zona.
Además de la cuestión de la seguridad, en la nueva estrategia estadounidense se contempla la asociación con los “países africanos para reconstruir el capital humano y los sistemas alimentarios”, los cuales se vieron afectados por la pandemia y el reciente conflicto entre Rusia y Ucrania. También se busca una vinculación “con los gobiernos, la sociedad civil y las comunidades locales” para la conservación, gestión y restauración de los ecosistemas del continente.
Desafíos para la estrategia de Washington
En este contexto, algunos analistas ya han pronosticado que esta visita no tendrá los frutos esperados. Otros no ven ninguna diferencia entre la anterior estrategia y la nueva, en la que el objetivo es enfrentarse a Rusia y China. Asimismo, otros aseguran que la Casa Blanca se enfrenta a un desafío adicional al tratar con África después de cuatro años en los que la anterior administración prestó poca atención a la región, permitiendo que otras potencias extranjeras aumentaran su influencia.
Aunque Sudáfrica mantiene estrechos lazos con países occidentales, no es realista esperar que el país africano se convierta en una nueva parte del “círculo de amigos” de Occidente liderado por EE.UU. para así contrarrestar a China o a Rusia, declaró el pasado domingo al Global Times Huang Lizhi, profesor de la Escuela de Estudios Africanos en la Universidad de Estudios Extranjeros de Pekín.
“Sudáfrica tiene múltiples dimensiones en su identidad. Tiene una larga historia de relaciones con Estados Unidos y el Reino Unido, que deja legados positivos y negativos. Al mismo tiempo, el Estado es también uno de los principales países emergentes que mantiene una activa interacción con China y forma parte importante de los BRICS”, dijo Huang.
El general Stephen J. Townsend, comandante del Mando de las Fuerzas Armadas de EE.UU. en África, señaló a la agencia rusa TASS que a Washington le preocupa la perspectiva de que Moscú “pueda volverse más activa en África, sobre todo para quizás desviar la atención de Ucrania”. “Pero no puedo decir que a mí esto me provoque insomnio. Creo que las fuerzas de Rusia están muy tensionadas por lo que están haciendo en Ucrania”, apuntó, y agregó que es probable que las autoridades rusas se abstengan por el momento de cualquier nueva acción en el continente africano que afecte a los sectores de la seguridad y la defensa. Opinó que la mayor influencia de Rusia ahora está “probablemente en la República Centroafricana”.
De igual manera, varios gobiernos africanos se han mostrado reacios a criticar a Rusia por su operación especial en Ucrania, y muchos se abstuvieron en marzo de un proyecto de resolución de la ONU que condenaba al Kremlin y pedía su retirada de ese país. Asimismo, en los últimos años, Rusia ha establecido una serie de alianzas militares con gobiernos de países africanos que se enfrentan a insurgencias violentas o a la inestabilidad política, como Libia, Malí, Sudán, la República Centroafricana y Mozambique.
“A pesar de los intentos occidentales de aislar a Rusia por su guerra total contra Ucrania, Lavrov está utilizando África para demostrar que su país todavía tiene socios en algunas partes del mundo”, indicó Theodore Murphy, director del programa de África en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. “El segundo objetivo del viaje es ampliar la influencia de Rusia en África. Lavrov espera conseguirlo aprovechando el error estratégico que cometió Occidente al pedir a los países africanos que eligieran un bando sobre Ucrania”, agregó.
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