El asedio de la Franja de Gaza, adonde apenas entra ayuda humanitaria internacional para aliviar el sufrimiento de sus aproximadamente dos millones de habitantes, le puede salir muy caro a Israel ante las peligrosas consecuencias que supone la acumulación de toneladas de basura que nadie procesa.
“Como ahora somos testigos del brote de poliomielitis, no hay manera de que estos efectos permanezcan aislados”, advirtió Nadav Davidovitch, director del departamento de gestión de sistemas sanitarios de la Universidad Ben-Gurión, entrevistado por Shomrim.
El riesgo de exposición a enfermedades e infecciones ya lo están enfrentando los soldados israelíes que operan en Gaza. Durante su estancia, también contribuyen al empeoramiento de la insalubridad, al defecar en bolsas de plástico que tiran a la calle desde los edificios en los que están desplegados, según sus propios recuentos.
Las enormes cantidades de basura en el enclave palestino también suponen peligros medioambientales a largo plazo, ya que los metales y otras sustancias contaminantes se filtran lentamente en el suelo, extendiendo los daños más allá de la frontera gazatí.
Según el informe de julio de la organización neerlandesa PAX, a lo largo de la Franja de Gaza se acumularon al menos 225 vertederos de basura. La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA, por sus siglas en inglés) calculó que para el 9 de junio ya había más de 330.000 toneladas de residuos sólidos, con los que se podría llenar más de 150 campos de fútbol. Las iniciativas humanitarias consiguieron procesar solo una ínfima parte de esa cantidad de basura.
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