Un grupo de investigadores dirigido por Helen Williams, profesora de geoquímica en la Universidad de Cambridge (Reino Unido), descubrió rastros químicos de los antiguos océanos de magma en rocas recolectadas del cinturón supracrustal de Isua, una región en el suroeste de Groenlandia donde las rocas tienen entre 3.700 millones y 3.800 millones de años. Se cree que ese lugar contiene las rocas más antiguas conocidas en nuestro planeta, que permanecen relativamente inalteradas por la tectónica de placas, el calor y las alteraciones químicas.
La nueva investigación, cuyos resultados fueron publicados esta semana en la revista Science Advances, reveló que las rocas recolectadas pueden contener rastros de un antiguo océano de magma incandescente que cubría gran parte de la superficie terrestre poco después del nacimiento del planeta y se extendía cientos de kilómetros hacia su interior.
Es asombroso el único hecho de que podamos sostener estas rocas en nuestras manos, y más aún obtener tantos detalles sobre la historia temprana de nuestro planeta
El enfriamiento gradual y la cristalización de este océano de magma estableció la química del interior de la Tierra. Los nuevos hallazgos respaldan la teoría de que nuestro planeta alguna vez estuvo casi completamente fundido y ofrece una visión de una época en la que el planeta comenzó a solidificarse.
“Hay pocas oportunidades de obtener datos geológicos sobre los acontecimientos de los primeros mil millones de años de la historia de la Tierra. Es asombroso el único hecho de que podamos sostener estas rocas en nuestras manos, y más aún obtener tantos detalles sobre la historia temprana de nuestro planeta”, dijo la autora principal, Helen Williams.
El análisis químico de las rocas permitió descubrir que estas todavía conservan ‘huellas dactilares’ químicas dejadas por este proceso de enfriamiento. En particular, el equipo estaba buscando isótopos dentro de las muestras que se habrían formado a medida que se cristalizaban los océanos de magma. “Los isótopos de hafnio y neodimio eran realmente tentadores, porque esos sistemas de isótopos son muy difíciles de modificar”, dijo la coautora del estudio Hanika Rizo, de la Universidad de Carleton, en Canadá.
Como resultado, se reveló que las rocas Isua se derivaron de partes del interior de la Tierra que se formaron como consecuencia de la cristalización del océano de magma. Así, las rocas conservan pruebas raras de los residuos de algunos de los cristales que quedaron cuando ese océano de magma se enfrió.
Los investigadores también sugieren que otras rocas en la superficie de la Tierra también pueden preservar evidencia de antiguos océanos de magma. Según Williams, “la química de otras rocas antiguas puede proporcionar más información sobre la formación y evolución de la Tierra, y eso es inmensamente emocionante”.
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