Durante las últimas cinco décadas, los presidentes de EE.UU. siempre han viajado con el maletín nuclear —apodado ‘el balón’ en inglés—, que contiene los códigos de lanzamiento que permiten al mandatario autorizar, bajo su única autoridad, un ataque nuclear. Pero, ¿y si el presidente está “mentalmente inestable”?, se pregunta el exjefe del Pentágono, William James Perry.
Secretario de Defensa de EE.UU. durante la presidencia de Bill Clinton, Perry publicó este viernes una columna en el periódico Politico, reflexionando sobre si el control personal del arsenal nuclear de una nación no es una responsabilidad demasiado grande como para que recaiga solo en Donald Trump o en cualquier persona en general.
Bajo el título: ‘Trump todavía tiene el dedo sobre el botón nuclear. Esto debe cambiar‘, la tesis de Perry parte de las palabras de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes y una de las demócratas de perfil más elevado, que, tras la invasión del Capitolio por partidarios del presidente saliente ocurrida este miércoles, dijo que un “presidente desquiciado” como Trump debe ser privado del acceso a los códigos de lanzamiento.
Sin embargo Perry, quiere ir más allá en su planteamiento y lanza una pregunta de más largo alcance: “¿realmente creemos que cualquier presidente debería tener el poder divino para llevar a cabo la destrucción global en un instante?”
Un problema que hay que resolver
El exjefe del Pentágono opina que “esa autoridad sin control” es “antidemocrática, obsoleta, innecesaria y extremadamente peligrosa”, por lo que no debería recaer sobre ninguna persona —no solo sobre Trump—, pues nadie en el mundo debe tener “el poder unilateral para acabar con nuestra civilización”.
Y aunque en menos de dos semanas la presidencia pasará a manos del demócrata Joe Biden, considerado por el autor como “un presidente mucho más fiable” en comparación con el mandatario saliente, esto no garantiza que Estados Unidos no vuelva a tener otro líder “tan descalificado y desquiciadocomo Trump”, advierte Perry.
En su opinión, al asumir el cargo, Biden debería compartir la autoridad sobre el uso de armas nucleares con un “grupo selecto” de congresistas y adherirse al principio de ‘no primer uso’. En segundo lugar, la nueva Administración debería deshacerse de los misiles balísticos terrestres, ya que —señala Perry— las armas submarinas son suficientes para garantizar la disuasión nuclear.
“El 20 de enero, si todo va bien, la nación y el mundo podrán dar un gran suspiro de alivio […], Entonces dependerá de Biden retirar ‘el balón nuclear’ y asegurarse de que nunca más volvamos a confiar la máquina asesina más poderosa jamás creada a un solo humano falible”, concluye el ex secretario de Defensa.
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