Un grupo de arqueólogos de Sao Paulo ha puesto en marcha una herramienta singular: un mapa interactivo público que identifica 2.080 yacimientos arqueológicos indígenas en ese estado brasileño.
“Me gusta hacer una comparación simple: los geólogos necesitan mapas geológicos, los geógrafos necesitan mapas topográficos, los biólogos necesitan mapas de distribución de biomas, pero los arqueólogos no teníamos nada similar. Ahora lo tenemos“, resume Astolofo Gomes de Mello, coordinador del proyecto, en una entrevista con RT.
Este primer panorama sobre arqueología indígena en Brasil es el resultado de la meticulosa labor del equipo de investigadores del Museo de Arqueología y Etnología (MAE) de la Universidad de Sao Paulo (USP), que mapeó los lugares arqueológicos distribuidos en varios municipios del estado a través de informes, artículos, tesis y todo tipo de información que fueron recopilando.
Más tarde, esa tabla fue transformada en un mapa, accesible para todo el mundo, utilizando coordenadas de localización disponibles en aparatos de GPS para identificar los sitios arqueológicos.
Información oral y rastreo
La historiadora y miembro del equipo Letícia Cristina Correa explica que los yacimientos se identifican por medio de información oral, por ejemplo, gracias a algún vecino que encontró un material arqueológico -generalmente en áreas más alejadas de las zonas urbanas– y se puso en contacto con un experto.
También se detectan en proyectos para identificar el potencial arqueológico de un área determinada.
“Para investigar la zona, se realizan caminatas para observar la dispersión y ocurrencia de material arqueológico en la superficie. Una vez cartografiado, se observa si existen concentraciones en áreas específicas y se determina un área para excavación. En este paso se analiza si existen materiales bajo tierra y así inspeccionamos el lugar”, explicó Correa.
La herramienta ofrece una nueva perspectiva sobre la ocupación humana a lo largo del tiempo. Los yacimientos más antiguos identificados datan de hace aproximadamente 12.500 años y corresponden a pueblos de cazadores-recolectores, que fabricaban piedras labradas.
También se identificaron diversos grupos de ceramistas en sitios arqueológico de unos 2.000 años y que se extienden hasta la actualidad. En muchos casos, no existe relación histórica directa entre los yacimientos más antiguos y los pueblos indígenas contemporáneos.
Un potencial enorme
El enfoque principal del mapeo es más cultural que cronológico. En realidad, solo una parte de los sitios están datados de manera precisa. Los arqueólogos deducen la antigüedad del resto de yacimientos a partir del análisis de artefactos para entender las semejanzas y diferencias entre los grupos y agruparlos en distintas culturas y tradiciones.
“Si un sitio identificado con la cultura X tiene, hipotéticamente, 800 años, podemos suponer que los demás sitios no datados que comparten esa misma cultura también existieron durante ese tiempo. Así, mapeamos tiempo y espacio a partir de lo que llamamos datación relativa, que se basa en la similitud de culturas y fechas”, explica Correa.
Para Gomes de Mello, la arqueología “tiene un potencial enorme para dialogar con los grupos indígenas” y documentar su pasado.
“Cuando vemos exposiciones, la impresión es que estos grupos no tienen pasado. Nunca se exhiben piezas arqueológicas que muestren cuán antigua es su presencia. A pesar del discurso de ‘siempre hemos estado aquí’, que es cierto, no hay una exploración museológica ni discursiva adecuada sobre los materiales que evidencian esta antigüedad”, señaló.
El equipo de expertos -integrado también por Glauco Perez, Renan Pezzi, Arthur Miyazaki y Marcelo Zuffo- esperan poder expandir su proyecto a otros estados.
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