Un equipo internacional de investigadores ha encontrado pruebas de que existen genes específicos que ayudan a determinar qué tan bebedor de café es una persona y cómo afecta esto al cuerpo.
“Teníamos buenas razones para sospechar, a partir de artículos anteriores, que había genes que influyen en la cantidad de café que una persona consume”, afirmó el genetista Abraham Palmer, profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego, EE.UU.
“Por eso, no nos sorprendió descubrir que en ambas cohortes que examinamos había evidencia estadística de que se trata de un rasgo hereditario. En otras palabras, las variantes genéticas particulares que heredas de tus padres influyen en la cantidad de café que probablemente consumas”, explicó.
Para llegar a tal conclusión, los investigadores llevaron a cabo un estudio de asociación de todo el genoma (GWAS), analizando datos de más de 460.000 personas en dos grandes bases de datos: la base de datos 23andMe de más de 130.000 estadounidenses y el biobanco del Reino Unido, que incluía a más de 334.000 británicos.
Desarrollo de la investigación
“Utilizamos estos datos para identificar regiones del genoma asociadas con si alguien tiene más o menos probabilidades de consumir café”, indicó Hayley H. A. Thorpe, autora principal del estudio, de la Universidad Occidental de Ontario, Canadá. “Y luego identificar los genes y la biología que podrían subyacer al consumo de café”, agregó.
Para cada base de datos, los investigadores buscaron correlaciones entre las variantes genéticas y los hábitos de consumo de café autoinformados en las encuestas.
Descubrimientos del estudio
El análisis reveló varios hallazgos intrigantes. Primero, se confirmó un claro componente genético en el consumo de café, con ciertos perfiles genéticos asociados a un mayor o menor consumo en ambas bases de datos.
Sin embargo, las cosas se complicaron cuando se reveló que las influencias genéticas parecen interactuar con factores ambientales y culturales de maneras que pueden producir resultados opuestos en diferentes grupos, en función del estado de salud y los rasgos de personalidad de cada individuo.
Según la base de datos 23andMe, las variantes genéticas asociadas a un mayor consumo de café mostraron correlaciones con condiciones nocivas como la obesidad y el abuso de sustancias. Esto sugiere que el consumo de café determinado genéticamente puede plantear graves riesgos para la salud.
Por otro lado, ocurrió lo contrario con afecciones de salud mental como la ansiedad y la depresión. Los datos de 23andMe mostraron una correlación positiva, mientras que el biobanco del Reino Unido indicó una correlación negativa.
En otras palabras, las mismas ‘premisas’ genéticas asociadas con un alto consumo de café arrojaron un mayor riesgo de problemas de salud mental en una población, pero indicaron tener un efecto protector en la otra.
Para obtener la respuesta a esa paradoja, los científicos enfatizaron la necesidad de realizar más investigaciones para desentrañar las relaciones entre la genética y el medio ambiente, centrándose no solo en la ingesta de café y cafeína, sino también en otras cuestiones relacionadas con el consumo de otras sustancias junto con café.
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