El Bank of America (BOFA) se plegó a un número considerable de multilaterales y bancos internacionales que estiman un crecimiento pronunciado para Venezuela en 2022, con una expansión entre el 9 y el 12%, reavivando las expectativas de mejoría económica, especialmente en un año que será complicado para muchos países de la región.
Credit Suisse, en su informe de junio, confirmó el pronóstico del mes de abril, según el cual el crecimiento para el país caribeño sería de un asombroso 20%, después de ocho años de caída pronunciada de su Producto Interno Bruto (PIB).
La Comisión económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ubica las expectativas de crecimiento en 5%, mientras que en abril el Fondo Monetario Internacional (FMI) reconsideró sus estimaciones de crecimiento, y las aumentó de 1% a 1,5 %.
El país habría salido de la hiperinflación ayudado por la dolarización, el aumento del precio del petróleo y “algunos signos de maduración del gobierno venezolano en materia económica”.
Bank of America cataloga de “pequeño rebote” esta reacción de la economía venezolana después que perdió, en largos años recesivos, un 80% del PIB, según datos del propio banco. Así lo refirió a Bloomberg el analista del BOFA, Sebastián Rondeau, quien planteó que el país habría salido de la hiperinflación ayudado por la dolarización, el aumento del precio del petróleo y lo que considera “algunos signos de maduración del gobierno venezolano en materia económica”.
Al parecer, ya la caída económica y la hiperinflación no son los principales problemas con los que se enfrenta la actual administración del presidente Nicolás Maduro. Los datos de distintas firmas internacionales (nada aliadas al gobierno venezolano) confirman que el principal escollo ha sido superado, aunque con estas estimaciones también renacen viejas angustias que se encontraban solapadas por la crisis.
La cuestión salarial
Venezuela históricamente ha contado con un robusto Estado de bienestar, que se ha visto enflaquecido hasta los huesos con la crisis iniciada en 2013.
Por ese motivo, las demandas de la población que constantemente surgen se relacionan directamente con la actual debilidad del Estado, especialmente por los bajos sueldos de la administración pública, así como el debilitamiento de las conquistas salariales de los trabajadores.
¿Cómo hablar de crecimiento si el Estado sigue luciendo quebrado y la desigualdad aumenta? Es ese el gran reto con el que se enfrentará Maduro en lo que resta de su segunda gestión.
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— Prensa Presidencial (@PresidencialVen) August 15, 2022
La semana pasada el país vio emerger protestas sectoriales, que no están emparentadas con la oposición rupturista, ni siguen su agenda. Los demandantes reconocen a Maduro como presidente y tienen luchas laborales puntuales relacionadas con los salarios, el bono vacacional, y conquistas históricas que se han visto melladas.
Decenas de manifestaciones de considerable tamaño, especialmente de educadores, profesores universitarios y empleados, llenaron calles de muchas ciudades del país exigiendo, entre otras cosas, el pago completo del bono vacacional (cancelado tradicionalmente en agosto) que había sido fragmentado para ser pagado a lo largo de 2022 y 2023.
Varios sectores chavistas y de oposición se pronunciaron en contra el intento de fraccionamiento diseñado por la Oficina Nacional de Presupuesto (ONAPRE), ente que se ubico como centró de la diatriba.
Es lógico que, así como suben las perspectivas por la mejora económica del país, aumenten también las expectativas de intentar recuperar el bienestar social que la crisis ha disipado.
Luego de las intensas protestas, en algunas de las cuales fueron abucheados líderes opositores que intentaron apropiárselas, a finales de la semana pasada el gobierno cedió y pagó el 100% del bono vacacional, lo que era la demanda inmediata de los manifestantes. Esta medida debe bajar la presión social presentada en forma de manifestaciones, que llegó a copar importantes avenidas de Caracas y del interior del país.
Alertas tempranas
De estas manifestaciones pueden surgir algunas conclusiones previas. Primero, que hay actores sociales que se están independizando de la agenda de confrontación entre el gobierno y la oposición radical.
Segundo, que la oposición insurreccional ya no controla ni movilizaciones, ni agenda, ni demanda de los actores en lucha.
Y tercero, que el principal reto del gobierno mutó, desde la necesidad de equilibrar la economía hacia el problema de socializar y redistribuir el crecimiento anunciado y estimado, lo que es el ‘leitmotiv’ del chavismo.
Tanto el nuevo perfil de las protestas como la postura final del presidente revelan que se ha “descongelado” el tema social, que había sido asfixiado por el escenario insurreccional que con tanta fiereza llevó la oposición impulsada por Washington.
Ahora, en cambio, la protesta social está articulando a sectores chavistas con la oposición moderada y es lógico que, así como suben las perspectivas por la mejora económica del país, aumenten también las expectativas de intentar recuperar el bienestar social que la crisis ha disipado.
Seguramente, esa diatriba seguirá desarrollándose los próximos meses.
Ociel Alí López es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América Latina.
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.
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