Una popular búsqueda del tesoro de un misterioso búho dorado, que atrajo a miles de seguidores en toda Francia, parece haber llegado a su fin este jueves luego de más de tres décadas sin un ganador, anunciaron los organizadores del concurso.
“No sigan excavando”, advirtió un mensaje en el Discord de los organizadores. “Confirmamos que la réplica del búho dorado fue desenterrada durante el transcurso de anoche y que se envió una solución al mismo tiempo”, agregaron, aclarando que se estaba revisando el material enviado.
Este objeto, una réplica de una escultura de un búho de unos diez kilos de peso fabricada con metales preciosos, 7 kilogramos de plata y 3 de oro, y decorada con incrustaciones de diamantes, fue enterrado en abril de 1993 en un lugar oculto de Francia. Para llegar hasta él, los participantes tenían que resolver once acertijos del libro ‘Tras la pista del búho dorado’, del autor francés Régis Hauser, así como un duodécimo que estaba oculto.
Para reclamar la escultura original, cuyo valor se estima en 150.000 euros (unos 165.000 dólares), el ganador debía enviar el objeto encontrado y las soluciones a los organizadores del concurso.
La búsqueda del tesoro mantuvo en vilo a una comunidad de más de 200.000 aficionados de Francia y el extranjero. Tal es el punto que Hauser, el arquitecto intelectual de los enigmas, tuvo que adoptar el seudónimo de Max Valentin para evitar ser acosado y aparecía en público con el rostro enmascarado.
Búsqueda cargada de obstáculos
Incluso hubo varias ocasiones en que parecía que la idea de un ganador no iba a ser posible. En 2005, el trofeo fue embargado por el liquidador de la editorial de la tercera versión del libro. Fue finalmente recuperado cuatro años después, en enero de 2009, tras una batalla judicial.
En abril de 2009, Hauser murió a los 62 años de edad. Así, el diseñador del trofeo, Michael Becker, que nunca conoció la solución, confiada a un agente judicial en París, entabló un largo litigio con los herederos para obtener el sobre.
En 2021, los herederos permitieron finalmente a Becker ver por fin la ubicación, grabada en un viejo disquete. Posteriormente, fue al lugar establecido, desenterró la vieja réplica de hierro oxidado y la sustituyó por otra de bronce, a la espera de ser encontrada por un intrépido entusiasta, que, al parecer, ya lo ha conseguido.
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