Con los malos resultados que obtuvo el Gobierno peronista en la última votación, además del fortalecimiento de la derecha y el surgimiento de algunos candidatos de extrema derecha en ciertas urbes, a nivel nacional la izquierda se está posicionando como la tercera fuerza del país. Se trata de la revelación de los comicios, aunque esté pasando desapercibida.
Las recientes elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) no definieron cargos, pero establecieron qué frentes políticos podrán competir en las legislativas del 14 de noviembre. También sirven a modo de encuesta, mucho más confiable que las consultoras de opinión, para saber de modo fehaciente cómo está la popularidad de los partidos.
En esa instancia, el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), que aglutina a varias agrupaciones, logró quedar tercero o cuarto en muchas jurisdicciones. El gran ‘batacazo‘ se dio en la provincia de Jujuy, un territorio con mayoría indígena al extremo norte del país, donde se obtuvo el 23 % de los votos.
¿A qué se debe el ascenso de este movimiento, muchas veces fraccionado en pequeños partidos? Y, ¿qué conlleva todo esto?
“Fuga de las opciones más progresistas”
“La izquierda ha tenido, como mínimo, una triple composición para poder explicar su aumento en esta elección”, introduce el politólogo Mario Riorda.
Para el académico, hubo “un voto enojado, como casi siempre sucede con las izquierdas en elecciones legislativas intermedias”. También se produjo “un voto antisistema, que podría corresponderse con la misma lógica que nutre a la derecha libertaria”, opina.
De todos modos, el experto en estrategias electorales afirma que el incremento de votos se debe, principalmente, a la estrepitosa caída de aceptación que tuvo el Gobierno de Alberto Fernández: “Gran parte de la composición del actual voto tiene que ver con una fuga de las opciones más progresistas. Lo que el Frente de Todos había cosechado en el 2019, no logra retenerlo en esta oportunidad”.
Pero, ¿la izquierda podrá repetir el resultado de las PASO en la votación de noviembre? Es decir, en una elección que sí definirá cargos legislativos. “No creo que haya corrimientos abruptos”, contesta Riorda.
“Por supuesto que las victorias de terceras, cuartas y quintas fuerzas casi siempre se dan con diferencias o márgenes discretos. Por lo tanto, sí pueden subir o bajar”, agrega. Sin embargo, para el especialista “tampoco será significativo”. Al respecto, añade: “En el escenario nacional hay una relativa estabilidad de los votos, que obviamente se sostiene vía los primeros datos de encuestas, que deberán ser confirmados con los resultados de las elecciones”.
¿Qué se puede esperar en elecciones ejecutivas?
Más allá del buen resultado que se pueda obtener en la votación de medio término, lo cierto es que el FIT podría conseguir, como mucho, cuatro o cinco bancas de las 127 que hay en disputa a nivel nacional. Esto se explica porque, incluso teniendo gran presencia federal, en lo particular, hay pocos cupos disponibles en cada jurisdicción.
En total, la Cámara de Diputados tiene 257 asientos, y actualmente solo dos son rojos, siendo una coalición muy minoritaria en el Congreso. En este país sudamericano, el recinto prácticamente se divide en dos agrupaciones: Juntos por el Cambio, más cercano al expresidente Mauricio Macri, y el oficialismo, ligado a Cristina Kirchner. También hay otros frentes pequeños, que suelen plegarse a las alianzas dominantes.
Por eso, la pregunta es si, considerando este inédito crecimiento electoral, la izquierda puede sostenerse como una alternativa seria para los votantes de cara a las presidenciales del 2023. Es decir, ver si finalmente puede aspirar a cargos de gobernanza, además de sumar algunos escaños en el Poder Legislativo.
Es que los repuntes de la izquierda en elecciones de medio término son frecuentes. Muchos ciudadanos sienten que es necesaria una ‘voz obrera’ en el recinto para librar ciertas luchas, pero después no le confían su voto para dirigir las riendas del país, la provincia, su ciudad o la comuna.
“Es algo característico, su crecimiento en las legislativas intermedias, independientemente de una performance mucho más baja o discreta cuando las elecciones son del tipo ejecutivas”, comenta Riorda. Resta por ver si se revierte la tendencia en los próximos años.
En general, la izquierda argentina ha tenido poca incidencia en la agenda política nacional. Tras inclinarse por los movimientos guerrilleros de los 70, las agrupaciones piqueteras de los 90 e inicios de los 2000, en el último tiempo muchos dirigentes y militantes han intentado consolidarse con una plataforma electoral. Hasta la fecha, el FIT es el frente más fuerte que se logró conformar. Y nunca fue tan fuerte como ahora.
Igualmente, el entendido explica por qué es difícil que esta clase de movimientos llegue a cargos administrativos: “Es bastante verosímil, y hasta frecuente, afirmar que los partidos mientras más radicalizados sean, más se alejan de las chances de ser votados en elecciones ejecutivas. En parte, algo de verdad tiene eso”, comenta.
“Generalmente, las estructuras u ofertas del tipo ‘movimientísticas’, y obviamente el Frente de Todos [peronismo] lo es, desde el centro hacia la izquierda, son captadoras de gran parte del voto”, afirma. Y concluye: “Eso también explica una pobre performance electoral de las izquierdas, que en parte ya están incluidas dentro de la oferta coalicional”.
Por ahora, paso a paso. El objetivo del FIT en el corto plazo es sumar presencia en el Congreso, y después, tal vez pueda soñar con ir más lejos.
Leandro Lutzky
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