Un pozo todavía no estudiado completamente, de decenas de metros de profundidad. Varios exploradores muertos en el intento de hacerse con un enorme botín, supuestamente ocultado allí hace varios siglos. Hallazgos esporádicos que indican actividad humana en el lugar y una inscripción encriptada que señalaría la ubicación del oro. No es la trama de una nueva película de la saga de ‘Indiana Jones’, sino la historia de la pequeña Isla de Roble, ubicada frente a la costa de Nueva Escocia, en Canadá.
En el centro del misterio de la isla está el llamado ‘Pozo del Dinero’, un conducto vertical, de unos 4 metros de diámetro y con profundidad probada de más de 30 metros.
Más de dos siglos de búsquedas
Según cuenta la tradición local registrada en 1929 por el periodista Charles B. Driscoll, el pozo fue descubierto por tres jóvenes leñadores en 1795. Aunque estaba cubierto, el lugar destacaba del entorno por una depresión circular. Tras cavar unos 60 centímetros, encontraron un círculo de piedras que bordeaban el pozo. Continuaron la exploración y hallaron una plataforma de madera que cerraba el pozo a una profundidad de tres metros. Otra plataforma similar fue encontrada a los seis metros. Al tropezar contra la estructura, los leñadores dejaron la búsqueda y se retiraron de la isla.
En 1804, empezó la segunda expedición. Durante la excavación, cada diez pies (3 metros) se tropezaban con pisos de madera. Además, encontraron capas de masilla, carbón y fibras de coco, planta que crece muy lejos del sureste canadiense y no habría podido llegar allí sin la participación del hombre. A los 30 metros, los investigadores tropezaron con lo que sería una presunta bóveda donde se suponía que estaba el tesoro. Sin embargo, la noche siguiente el agua penetró en el pozo y lo inundó 18 metros. Este contratiempo puso fin a la expedición y la compañía fue disuelta.
Antes de encontrar la bóveda, a una profundidad de 27 metros, los obreros hallaron un artefacto emblemático: una piedra rectangular con signos inusuales. En la década de 1860, la inscripción fue descifrada: “Cuarenta pies por debajo, dos millones de libras están enterrados”.
Los intentos de excavar el pozo no pararon a pesar de los primeros fracasos. En 1849, una nueva expedición reforzó las paredes del pozo y logró drenarlo. Al taladrar la bóveda, observaron sucesivas capas de madera y metal e incluso encontraron tres eslabones de una cadena de oro, no obstante, luego el fondo del pozo de derrumbó y este se llenó nuevamente de agua.
Con el tiempo, la exploración dio nuevos frutos. Así, en 1897 se halló un pedazo de pergamino con letras “V I”, y en 1971 un equipo bajó una cámara al fondo de su pozo paralelo, de más de 70 metros. Allí, en una caverna, captó lo que los propios investigadores identificaron como un cofre y una mano cortada, sin embargo, la baja calidad de las imágenes permite diferentes interpretaciones.
Hasta la fecha, las búsquedas les costaron la vida a seis personas. Las muertes hicieron nacer la leyenda de la maldiciónde la Isla del Roble.
En el 2014, el canal canadiense History estrenó la serie de telerrealidad con el mismo título. Los protagonistas del espectáculo, que cuenta ya con 138 episodios, son los hermanos Marty y Rick Lagina. Con ayuda de tecnologías más avanzadas, han hallado ya varios indicios de que en la isla hubo anteriormente actividad humana, como una estructura de madera en el fondo de una caleta o una cruz de plomo.
“La cantidad de evidencia que encontramos [en la Isla del Roble] te lleva a creer que algún grupo o alguna persona hizo algo especial allí“, dijo a Popular Mechanics el historiador Charles Barkhouse, quien participa en la serie.
Desde el tesoro de Drake hasta el Santo Grial
Mientras las investigaciones atraen más atención sobre la isla sin presentar resultados definitivos, proliferan las versiones sobre qué podría haber dentro del pozo.
Así, según el portal Oak Island WikiSite, la hipótesis más popular entre los aficionados es que sería un tesoro enterrado por un pirata —en particular, se proponen a James Anderson, Francis Drake, Peter Easton y William Kid— o incluso por la orden de los caballeros templarios. Supone también que el pozo podría guardar los manuscritos de William Shakespeare y Francis Bacon, o sería una planta de desalineación diseñada por este último. Además, se discuten otras variantes: las joyas de la reina francesa María Antonieta, el Santo Grial o el Arca de la Alianza, recoge la revista Nuvo.
¿Otra leyenda urbana?
Sin embargo, varios especialistas cuestionan la narrativa del tesoro que rodea el Pozo del Dinero. Así, las primeras evidencias factuales de excavaciones en la Isla del Roble se remontan a la década de 1860. Lo mismo ocurre con la inscripción, que fue reportada por primera vez en 1862 y cuyo original ha desaparecido. Podría ser una simple leyenda basada en “una estructura común para [historias] de tesoros enterrados”, supone la folklorista Kristina Downs.
“Si el tesoro se pierde de alguna manera, las historias sobre él se cuentan como verdaderas, y el hecho de que el tesoro nunca se recupere […] entra en la categoría de ‘fórmulas de validación’, que se agregan a una leyenda para ayudar a su credibilidad”, explica la científica.
De hecho, Downs opina que la narrativa del tesoro enterrado en la Isla del Roble se desarrolla por las rutas típicas de las teorías de la conspiración. “A los humanos les gusta creer que hay algún tipo de orden en el mundo que nos rodea. La realidad es que no siempre [ven ese orden]. A menudo creamos narrativas para darle sentido a un mundo que nos cuesta entender”, indica.
¿Fenómeno natural?
De hecho, el propio origen artificial del Pozo del Dinero no está probado. Más probable es que se trate de un socavón que lleva a un sistema kárstico, opina el geólogo Steven Aitken, quien estudió tres informes científicos sobre la estructura de la Isla del Roble.
Según contó el especialista a la cadena CBC en el 2020, el lecho de roca allí está formado por piedra caliza y yeso, que pueden formar cavidades en presencia del agua. “Dadas las condiciones adecuadas, como la temperatura, la presión, la composición del fluido de los poros, a menudo estos minerales, especialmente el yeso, son propensos a disolverse”, indicó. Concluyó que el Pozo del Dinero y otros sumideros que se encuentran en la zona “no son hechos por el hombre”, sino que se formaron de manera natural. “A veces tardan miles o incluso millones de años en formarse”, dijo y resaltó que “el tesoro de la Isla del Roble ya se ha encontrado en forma de artefactos arqueológicos que se han descubierto”.
“Como colección, estos artefactos cuentan una rica historia sobre la actividad en la isla. Eso podría ser la tala, la agricultura, la operación militar, incluso la construcción y reparación de barcos. Para mí, ese es el tesoro”, sostuvo Aitken.
¿’El Secreto’ industrial?
De hecho, los objetos arqueológicos hallados durante los años de excavaciones narran una compleja historia de ocupación humana de la pequeña isla. Dado que se consideraba que estuvo deshabitada hasta el siglo XIX, los hallazgos plantean preguntas incluso fuera del paradigma del tesoro oculto.
Así, la historiadora Joy A. Steele y el geólogo marino Gordon Fader, autores del libro ‘El misterio de la Isla del Roble resuelto’ (‘Oak Island Mystery: Solved’), opinan que en la primera mitad del siglo XVIII en la isla se ubicó un complejo industrial que suplía las necesidades de la Corona inglesa. Conforme a su versión, su funcionamiento empezó en 1720 y era confidencial: en la correspondencia del Ministerio de Hacienda y altos funcionarios bancarios al complejo se le denominaba ‘El Secreto’.
“Había un millón de razones para ir a la Isla del Roble: es la más cercana al agua dulce, la más cercana a la costa, segura, con un buen anclaje, es la isla más grande de la bahía. […] Me sorprende que los historiadores nunca se dieran cuenta de esto y se atrevieran a descubrir cuál era ‘El Secreto’. Llevó a cabo lo que habría sido un plan de productos básicos muy lucrativo“, señaló en mayo Steele a Popular Mechanics.
Según los investigadores, en la isla se fabricaban, entre otros productos, brea y alquitrán, sirviendo el Pozo del Dinero, de origen natural, de horno para la producción de este último. La madera, el carbón y la masilla encontradas en sus profundidades son consistentes con la teoría. La estructura de madera en la caleta sería el resto de un almacén, suponen los científicos.
“En aquellos días, el alquitrán de pino tenía la misma importancia que el petróleo de hoy: un barco no se hacía a la mar a menos que estuviera empapado en alquitrán de pino. Eso es lo que estaban haciendo en la isla. Todos los artefactos que consideramos encajan exactamente con esa teoría“, aseguró Fader.
Sin embargo, las teorías y explicaciones racionales no desaniman a los aficionados de la búsqueda de tesoros. “No se puede tomar todo lo que se ha encontrado y basarlo en una teoría; eso es lo extraño de este lugar. Nunca dejaré de creer que hay un tesoro enterrado en la Isla del Roble y que todavía está allí”, señala Barkhouse.
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