¿Qué está mal con iConsent, la app para dar el consentimiento sexual por 24 horas, criticada en Dinamarca?

¿Qué está mal con iConsent, la app para dar el consentimiento sexual por 24 horas, criticada en Dinamarca?

Tras la aprobación por el Parlamento danés de una ley que obliga a contar con el consentimiento de ambas partes para que el sexo no se considere una violación, adoptada en diciembre del año pasado, ha surgido en internet una aplicación que ‘certifica’ ese consentimiento de forma digital.

Los usuarios de la aplicación, llamada iConsent, pueden allí dar su permiso para el coito, que estará vigente durante 24 horas. La idea de la app es determinar cuándo se dejó constancia de un ‘sí’ y, sobre todo, generar una mayor conciencia de que el sexo no puede tener lugar sin consentimiento de todas las partes.

“La peor solución imaginable”

Sin embargo, pese a las buenas intenciones proclamadas por la aplicación, iConsent ha generado mucha polémica en el país y fue recibida con críticas. Mikkel Flyverbom, miembro del Consejo de Ética de Datos de Dinamarca y profesor de la Copenhagen Business School, dice que en un principio pensó que la app “era una simple broma o una reacción sarcástica” ante la nueva ley, pero al darse cuenta de que los desarrolladores iban en serio, calificó su invento como “probablemente la peor solución e idea imaginable”, según sostuvo en un artículo para Politiken, uno de los principales periódicos del país.

Además de que el planteamiento de iConsent no es nada nuevo, porque ya han existido iniciativas similares con aplicaciones como We-Consent, UConsent, YesMeansYes o LegalFling, el contrato digital que luego puede ser utilizado como evidencia reduce a la pareja y sus interacciones más íntimas a meros datos y botones, sostiene Flyverbom.

¿Y qué pasa si la noche toma una dirección inesperada?

Everyday Sexism Project fue más allá y tachó la aplicación de “potencialmente peligrosa”, señalando que, por un lado, da la impresión de proteger, pero no resuelve nada si en determinado momento la relación toma un rumbo indeseado. Por ejemplo, si la persona cambia de opinión y no tiene la posibilidad de agarrar su móvil para retirar el consentimiento.

Así, subrayó que el consentimiento sexual tiene un carácter muy específico y se aplica únicamente en el momento en el que la persona desea tener sexo, mientras que de repente alguien puede empezar a llorar o mostrarse completamente pasivo porque ya no tiene ganas de continuar y no consiente nada. “El consentimiento sexual nunca puede ser válido por 24 horas, solo es válido aquí y ahora”, subrayó Everyday Sexism Project.

El sexo, ¿una cuestión de contrato?

“Finalmente está aquí. La aplicación que hace que el sexo sea tan poco sexy como una conferencia de prensa sobre el coronavirus”, escribió Sarah Iben Almbjerg, columnista del diario danés Berlingske, al criticar a iConsent por privar el sexo de cualquier tipo de calor humano.

Lene Stavngaard, sexóloga y directora de Sex & Samfund (Sexo y Sociedad), reprochó al equipo de iConsent por reducir el consentimiento sexual a una cuestión de contrato. “La aplicación, definitivamente, no es la solución para asegurar el consentimiento. Una relación sexual no se trata de un contrato, por lo que [la aplicación] dispara de forma completamente errónea en relación con las necesidades que existen”, declaró Stavngaard, quien agregó que “está muy claro que la aplicación fue desarrollada por alguien que no tiene un enfoque profesional de género, cuerpo o sexualidad”.

Aunque los creadores de la app subrayan en su sitio web que el consentimiento digital en iConsent “nunca puede ser independiente” y que la pareja debe asegurarse del consentimiento entre sí, “antes, durante y después de las relaciones sexuales”, Stavngaard sostiene que la aplicación, de todas formas, “no puede considerarse un complemento del consentimiento oral”.

No es legalmente vinculante

El abogado Morten Bjerregaard asegura que la app no tiene mucha importancia desde el punto de vista legal, porque no va a ser una prueba sólida en la corte, ya que un consentimiento electrónico no facilita la prueba de que alguien no haya cometido una violación, sobre todo si surge el argumento de que el consentimiento como tal se retiró en medio del proceso.

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